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lunes, 2 de enero de 2012

Con la ambición de crecer intacta

Con la ambición de crecer intacta Néstor Pitana confió que le “llena de adrenalina ser candidato a acudir al Mundial 2014”, pero que hay que estar “preparado para lo que te toca”. Sus banderas: “el trabajo y la humildad” Lunes 2 Enero de 2012 | Néstor Pitana no pierde la esencia de la tierra colorada, aunque sabe que afronta desafíos de peso: “Uno se pone el objetivo, pero hay que estar preparado”, precisó. POSADAS. A pesar de este presente auspicioso, Néstor Pitana no modifica su andar. Ante cada paso que da, saluda con amabilidad y deja una clara marca de que no perdió su esencia. Por más que mañana se tome un vuelo que lo deposite en algún lugar del continente, uno de los principales árbitros del fútbol argentino siempre se muestra de buen humor, aunque deja signos importantes de que cada vez que pisa la tierra colorada obtiene la paz necesaria para después, arrancar de nuevo. Por eso, en este pequeño receso logra el clima ideal para reflexionar lo que fue un 2011 exigente, pero también atractivo desde lo profesional, conceptos que diseminó en su visita a la redacción de El Territorio. “Uno trabaja soñando que las cosas salgan bien, en una profesión como el árbitro es difícil el reconocimiento por una cuestión del folclore del fútbol, algunos dicen que el árbitro es el mal necesario en el fútbol. Pero más allá de eso, haciendo un balance, hay cosas por mejorar, ajustar, seguir aprendiendo; el fútbol es dinámico, a veces uno tiene decisiones que utiliza el silbato y a veces no. Fue un año con mucha adrenalina, muchos partidos importantes. Y la hora de hacer un balance del 2011 hemos trabajado a la altura de las circunstancias. Claro que me voy a replantear cuáles fueron mis déficits”, fueron las primeras palabras del misionero. Este año que concluyó fue bisagra desde sus ambiciones. Y para ello, Pitana subrayó que “lo importante es que uno trabaja y que esté en la consideración del colegio, de la escuela” y remarcó además “el apoyo de los colegas, aunque sea una carrera individualista. Dije en el último entrenamiento que soy un agradecido, cuando empecé a entrenar el último semestre en Ezeiza me hicieron sentir como uno más, muy buena relación con todos mis compañeros y eso ayuda”. Hasta hace escaso tiempo, el oriundo de Corpus todavía tenía residencia en Misiones, por eso en la mayoría de las ocasiones “entrenaba solo, a veces con los chicos de la Liga Posadeña”, aunque entendió que para estar a la altura de las exigencias debía dar un paso más. “El árbitro que está en el interior del país tiene un régimen distinto al de Capital. Igual, el cambio más que nada de ir a Buenos Aires fue por los viajes, se empezaba a complicar por el hecho de jugar Copa Libertadores, Sudamericana, algún partido entresemana, a veces los vuelos no salían, te vas en colectivo. Y empezás a dar ventajas, igual que el jugador. El cuerpo necesita un descanso. Todas esas cuestiones, y también entender que había que hacer un cambio; por ejemplo, había un curso y yo no llegaba por estar lejos, me enviaban por correo y estaba perdiendo lugar”, confesó. Para que no queden dudas acerca de la importancia de la decisión, el árbitro explicó que “uno está acostumbrado a la velocidad de la vida acá, a la idiosincrasia, están nuestros amigos, la familia, pero si quería dar el paso en lo profesional tenía que hacer este esfuerzo. Y creo que hicimos lo correcto de estar en Buenos Aires”. El cambio lo terminó de ubicar en el selecto grupo de los árbitros con chances de cosas grandes, esto es llegar al Mundial de Brasil en 2014. Para ello, Néstor tiene un plan de entrenamiento Fifa, en el cual a través de un aparato mide las pulsaciones y luego envía vía correo electrónico a la sede en Suiza. Tal rigurosidad se debe a que el 24 de este mes, en Asunción, habrá un curso para árbitros de elite de Sudamérica, en el que estarán los precandidatos a la máxima cita (además del misionero también irán Diego Abal, Patricio Loustau y el asistente Yamil Bonfá). ¿Cómo te trabaja el hecho de poder ir a un Mundial? Hay días o semanas en que uno mira el plan de entrenamiento, o en los cursos, o te pasan los partidos, que decís, ‘estoy cerca de algo más’. Cuando mencionan el mundial te dan ganas, para cualquier jugador, cuerpo técnico, dirigente, hasta el periodista, hablar del Mundial es la coronación. Nos pasa, pero uno debe ser consciente de que va uno solo por país o dos. Pero ser seleccionado como candidato te llena de adrenalina y obviamente que uno se pone ese objetivo, entreno todos los días y hay que estar preparado para lo que te toca. Esa es la manera de demostrar por qué podés ser elegido o no, sería un lindo sueño cumplir. Eso y un Juego Olímpico sería lo más lindo. Las palabras de Pitana se esperaban con ansiedad, aún más después de las declaraciones del Secretario del Sadra, Guillermo Marconi, quien afirmó hace varias semanas que el misionero iba a estar presente en el próximo Mundial. El protagonista confió que sólo se interiorizó “a nivel gráfico” de esas palabras de Marconi, y que luego prefirió ponerle un manto de hielo a la cuestión. “Después no hablé con él sobre eso; me lo crucé pero opté por no hablar. Inclusive antes de venir para acá tuvimos la última reunión del Sindicato (Sadra) y él presidía, pero no le pregunté. Pero si piensa así soy un agradecido; no me animé a preguntarle por qué dijo eso. Es mi forma de ser, a veces prefiero no sé… si quiero tomar helado disfruto cuando lo tengo en la mano, entonces, más allá de que uno se pone objetivos, me pone contento que el secretario opine así de mí”. No pierde la calma Pitana. Tampoco el tono de voz más allá de que se hable ‘apenas’ del… Mundial de Fútbol; por ello quizás sea reconocido por propios y extraños, ya que no disfraza un personaje, ni siquiera en este momento, cuando constantemente está bajo la lupa… “Vamos progresando, buscamos mejorar. Pero desde la aparición de Pitana en Colón-Central en 2007 hasta hoy, sí… hemos mejorado mucho. ¿Hay cosas para mejorar? Sí, muchas”, aporta para que no queden dudas de que no duerme en los laureles. Suelto, cómodo, apasionado por el fútbol, Pitana no soslaya que su formación académica (es profesor de educación física) además de su paso como futbolista de 20 de Junio, Tigre, Guaraní y Mandiyú fueron importantes en su ascenso como árbitro. “Todas esas cuestiones hacen a la persona y a la forma de manejarse, pero sí, es un plus. También haber jugado, no profesionalmente, pero esas cuestiones ayudaron a que uno ponga todo en un combo y eso ayuda. Pitana como árbitro pone todas esas cuestiones”, sintetizó, quien tampoco se olvidó de quiénes le marcaron en la escuela de arbitraje. “Siempre digo un mensaje, yo vengo de un pueblito de 3 mil habitantes y a veces uno ve todo tan lejos, en todos los oficios. Y a veces uno no tiene que bajar los brazos, porque piensa ‘me quedo acá, con esto’. Y cuando comencé con el arbitraje nunca me pasó esto, siempre entrenaba como loquito, solo, por acá enfrente. Y me iba una hora y media y hacía catarsis, un poco por cuestiones del estrés diario. Pero si uno se propone, aunque a veces no se den las cosas, con trabajo, paciencia y, en mi caso, respeto y humildad es difícil que se te cierren puertas, todo lo contrario, se van a abrir. Ojo, se pueden abrir puertas equivocadas, hay que estar atentos”. Los cinco sentidos funcionan ciento por ciento a cada rato. Y Pitana sabe que debe estar preparado para cosas más importantes, pero también se hace un espacio para recordar etapas anteriores y afirma que hoy “humildemente me veo jugando mejor que antes” y que sería un “seis bien tiempista”; atraído por el fútbol mundial cree que Messi, si se cuida, “en tres o cuatro años va a dar otro paso” de calidad. Aquel adolescente que arrancó con sus estudios de ingeniería en Oberá, que tuvo al básquet como primer desafío deportivo (integró una selección misionera sub 18), se hamacó luego entre el profesorado de Educación Física, su función de guardavidas y el bonus como seguridad en un boliche bailable posadeño. Claro que la redonda siguió girando, pero quiso el destino, en Corrientes, que el arbitraje sea su refugio. Y desde allí, Néstor camina, se envalentona, se ilusiona… “Pero es una cuestión de trabajo, dedicación, paciencia; es normal de la vida. Pero lo bueno es que uno no pierda el trabajo, respeto, humildad, porque el mundo es como una pelota de fútbol. Es una pelota de fútbol, da la vuelta, así que soy un agradecido. Por eso es tan lindo el fútbol, andan detrás de esa redonda”..., suelta, con una leve sonrisa. En algún lugar de Corrientes, Ángel Méndez, quien le sugirió que se dedique al referato, también guardará alguna cuota de orgullo, al ver cómo es el presente de Pitana, que se mostró “agradecido por el respeto, el apoyo de la gente, que se ve identificada, no sé si con Pitana como árbitro, pero se ve identificada que un misionero está dentro de un campo de juego en cualquiera de los estadios de primera división. Y después cuando uno se va afuera y te dicen, te vi en Ecuador, Uruguay, Chile, o cuando me voy al pueblo. Es como que la gente se transporta con vos y soy un agradecido”. Es hora de seguir, proyectar, pero también dejar las últimas sensaciones. “Esto tiene que ver también con el lugar justo, en el momento justo, y queda mucho; si Dios quiere tengo nueve años más de internacional. Parece tan lejano, pero hay que estar preparado. Siempre con un bolsito a mano”. Ese partido que supo controlar a pesar de los barras POSADAS. El propio protagonista fue el encargado de coincidir en que este año que acaba de finalizar tuvo sus vaivenes, aunque su cabeza siempre estuvo centrada en un objetivo: pasar inadvertido la mayor parte del juego. A mediados de año, Néstor se encontró con una parada con todos los condimentos, nada más y nada menos que el partido de ida por la promoción entre River y Belgrano, jugado en Córdoba con triunfo del local, pero que contó con la particularidad de que los barras millonarios ingresaron en un pasaje del complemento, con el fin de increpar a los jugadores de River. “Todos los partidos tienen su complejidad, en todos los partidos no me guardo nada, dejo todo y no importa si juegan el último con el primero o los dos de abajo; tengo esa política de trabajo, dejo todo, sea internacional o doméstico, Pitana deja. Ahora, por una cuestión de la repercusión, lo que significaba, creo que en el último año, el partido de este año fue Belgrano-River, hubo un gran esfuerzo de los cuatro. Y como les dije a mis colegas antes de entrar a la cancha: el libro del fútbol argentino tiene tantas páginas, que estaba en nosotros si entrábamos sólo en renglón o en toda una página. Yo prefiero en un renglón y creo que pensaron lo mismo que yo”. ¿Tampoco afectó el accionar de los barras? No, después, viendo por la televisión es de otra forma. En ese momento uno tiene tanta adrenalina como el jugador. Como siempre le digo a los muchachos -a los jugadores-, yo no juego por los tres puntos, pero juego porque quiero acertar, puedo errar, sí, por estar mal parado o no ver; pero mi carta de presentación es el acierto. Cuál es mi mayor alegría, haber acertado en la mayoría o en todas; en la que define un partido hay que acertar o la que desequilibra un resultado, hay que acertar. Ese partido había que estar con todas las luces prendidas, porque sabíamos qué se jugaba, era algo histórico. Y por suerte hicimos un trabajo a la altura de las circunstancias, con errores y aciertos seguramente. Pitana busca ejemplos, y estos nacen del fútbol, como no podía ser de otra manera. Remarca las dificultades de su trabajo, que puede fallar porque es humano, y “como el jugador, que a veces queda abajo del arco y la tira por arriba, o queda mano a mano y la tira al pecho del arquero. Pero todo eso podemos hablar sentados, como ahora. Podés hablar con el jugador en el partido, pero él quiere que vos aciertes”. La explicación tiene que ver con lo que sucede dentro de un campo de juego. Y en ese Belgrano-River pasó algo fuera de lo común, que el misionero supo resolverlo a pesar de la situación: “En esa situación que decís, que entró la gente, a mí me salió de forma natural el modo de protección del jugador. Como vi que entraba gente y le atacaba a los jugadores de River, lo primero que hice fue correr y ponerme delante de los jugadores de River, sin pensar en el posible riesgo. Inclusive, uno de los asistentes me agarraba el brazo y me decía, ‘salí, salí’, porque uno no sabe en qué condiciones entra ese tipo de personas. Por suerte no sucedió lo grave, se resolvió y continuó el juego. Uno se da cuenta la adrenalina en que corre, había como lugares del cuerpo en que trabajó algún músculo que no trabajó en otro partido, por el estrés de ese partido”. En cambio, acerca del Boca-Racing del último Apertura y la polémica por el supuesto penal a Teo Gutiérrez simplificó: “Esas son jugadas muy difíciles, es una decisión que la tenés que tomar muy rápida y creo que acerté. Para mí no fue penal; me pude haber equivocado en otra jugada, sí; como en otros partidos, pero en esa jugada acerté”.

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