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miércoles, 17 de agosto de 2011

quinto árbitro


IGNACIO FUSCO
| 17-08-2011

Por un momento (por unos cuantos momentos) el Monumental es un club, un club de barrio. En el vestuario de los árbitros no se encuentra el lujo de la Primera, las camisetas dobladas, esos lockers que parecen volar. Héctor Baldassi, Hernán Maidana, Sergio Zoratti y Germán Delfino, el cuarto juez, desparraman sus bolsos como si estuvieran por jugar al fútbol 5, apretados en un vestuario donde Olé es el quinto árbitro y apenas se mueve, camina, ya sobra, molesta, la verdad que lo deberían rajar. “¿Y esto?”, dice Baldassi, apenas descubre la casaca violeta con cuello amarillo. “Soy el dinosaurio Barney”, improvisa Maidana, todo un show, antes de vestirse con ella. “‘¡¿Qué le pasa a Barney, che, que no levanta la banderita?!’, me van a gritar. Y con razón”.
Pezzotta había sido el último árbitro que visitó el Monumental. Los barras lo apretaron en este mismo vestuario en el que Baldassi sufre otra intimidación: un paquete de triples de crudo que dice “árbitros”. Así que los muchachos toman mate y café, y entran los agentes de River para corroborar las planillas e informar el color de las camisetas de los arqueros, y Baldassi se pone a hacer jueguito, y todo parece lo que todos hemos vivido, la previa de un picadito más. Sólo cuando faltan diez minutos, sólo cuando el estadio ruge sin parar, el silencio aparece, y los jueces se persignan, se miran al espejo, se gritan y se abrazan. Y salen a la cancha, una vez más.

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