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lunes, 23 de mayo de 2011

Fútbol y conciencia nacional

Es demasiado evidente que en las competencias internacionales de fútbol todos los paraguayos nos sentimos identificados con la Albirroja. Los dos colores en barras verticales se han convertido en símbolo patrio complemento de nuestra Bandera nacional. Cuando juega la selección de fútbol, los once nos representan y decimos que juega Paraguay, todo Paraguay. Y lo que no sentimos ni hacemos cuando otras personalidades nos representan en el extranjero, sí lo hacemos con el equipo de la selección nacional: nos adherimos con solidaridad, con alegría, apoyando emocionalmente como un solo bloque con plena conciencia nacional.   

No cabe duda que el fútbol se ha instalado como un factor aglutinante que contribuye y alimenta nuestra conciencia de nación.   

¿Por qué el fútbol? ¿Qué pasa en el fútbol?   

En el fútbol demostramos que podemos competir y estar a nivel entre los mejores del Primer Mundo. ¿No podremos en otros campos? Nos gusta ver que nuestros representantes forman equipo, no clubes (partidos) en pugna, es más, que no importa que los seleccionados pertenezcan a clubes diferentes, porque allí buscan el bien común de la nación y no el beneficio para su respectivo club, y con más razón ponen toda su energía, todas sus competencias, toda su pasión para defender y hacernos triunfar a todos.  

Nuestros futbolistas son serios jugando, son transparentes, lo hacen todo a la vista de todos, nos demuestran que los paraguayos podemos respetar las normas, los reglamentos, las leyes, podemos respetar a los adversarios ocasionales, a las autoridades, no solo a los árbitros, autoridades coyunturales fueren de la nacionalidad que fueren, sino también a las autoridades institucionales de los respectivos clubes y de toda la macroorganización.   

Ahí los paraguayos nos hacemos compañeros solidarios de un mismo equipo sin importarnos de qué clase social y de qué ideología es cada uno de los once; tenemos orden y disciplina, hasta puntualidad y nos presentamos perfectamente organizados.   

En el fútbol, los jueces (árbitros) no son impunes y aceptan no solo sus responsabilidades y normas del arbitraje, sino las sentencias populares, dando la cara presencialmente a los posibles disensos de todos los espectadores.   

En el fútbol somos gente. Y si hay desubicados entre los espectadores que atrincherados en barras quieren imponernos sus frustraciones con violencias intolerables, saben que son sancionados enérgicamente por la policía, los medios de comunicación y la sociedad toda.  

En el fútbol, el juego se convierte en deporte, el deporte en espectáculo y el espectáculo en sociabilidad, en fuente de trabajo y en convergencia de muchos y diversos intereses.   

Las cosas así, en el fútbol se viven valores que no vemos en otras instancias de la sociedad. Y por eso el fútbol crece en estima y popularidad. El reconocimiento del jugador está en los propios méritos por las comprobadas competencias personales, no por recomendaciones, nepotismo o clientelismo. Si algún equipo técnico y entrenador eligieran  a los jugadores por recomendaciones o por presiones político-partidarias, el club y la selección nacional, como muchas cosas en el país, estarían destinados al fracaso.   

Si los árbitros y los entrenadores fueran arbitrarios, si no hubiera justicia para todos, el fútbol dejaría de interesar, perdería espectadores y los socios abandonarían sus clubes.   
  
Si los jugadores e incluso los espectadores no conocieran ni respetaran las reglas de juego (las leyes), el espectáculo perdería interés y atracción.   
   
Si los entrenadores fueran permisivos en vez de exigentes, si los jugadores no tuvieran sanciones cuando actúan mal y estímulos cuando demuestran sus mejores comportamientos deportivos, habilidades y competencias, difícilmente se mantendrían los equipos profesionales. ¿Para qué esforzarse en jugar cada vez mejor, para qué arriesgarse, correr, cansarse si igual van a recibir su sueldo?   

Junto a las sanciones y los estímulos del club no son menos importantes las sanciones y estímulos de las hinchadas y de los comentaristas deportivos.

De hecho, el éxito del fútbol está asociado a la conjunción de muchos factores y valores y demuestra que los paraguayos podemos salir de la mediocridad.   

¿Por qué en el fútbol sí y en otros sectores no? Todos y los educadores, con más razón, tenemos muchas lecciones que aprender.

jmontero@conexion.com.py   

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