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jueves, 9 de junio de 2011

Aun suena el silbato: Miguel Vargas López

Aún suena el silbato: Miguel Vargas López
AGUSTÍN CERVANTES
NOTA PUBLICADA: 9/6/2011

Hace 41 años se animó a apoyar a Inés Mata en su colegio de árbitros amateur, y en lo que bien pudo ser sólo un pasatiempo de joven, se convirtió con los años en su pasión, en una manera más de vivir el futbol. Miguel Vargas López, se crió en el barrio de Perros Bravos, 100% futbolero en ese entonces y aun a la fecha lo sigue siendo, ahí comenzó a tenerle amor al futbol, y cómo no, si su padre Don Servando Vargas fue uno de los héroes que en 1951 llevaron a los Reboceros al máximo circuito de nuestro balompié.
Su mamá, la señora Anita López, siempre le llamaba la atención porque se la pasaba jugando en la calle con los amigos, y para muestra a los 13 años ya estaba en los equipos del barrio, pero siempre hubo ese amor por el soccer.
Así, Vargas López en su infancia se le veía el hambre de destacar en este bonito deporte del balompié y sí, a los 13 años de edad, ya estaba en la máxima categoría del Club Independencia de la Liga Piedadense.
Él, junto a otros chamacos de ese mismo barrio despegaron porque traían los deseos de llegar lejos y mejor, con la ayuda de sus cualidades futbolísticas, lo demás fue más fácil de conquistar, al grado de Miguel pudo debutar profesionalmente con el Morelia a los 16 años de edad.
Es de los pocos futbolistas en Michoacán que vistió las 3 playeras de ese entonces de los equipos como Canarios de Morelia, Chongueros de Zamora y obviamente los Reboceros de La Piedad, pero le faltó dar el último salto, que era la Primera Nacional.
A Miguel se le dieron las cosas en esos tres planteles de la Segunda División, pero admite que se retiró con los Reboceros, por una decisión luego de haber tenido que soportar que el entrenador Buendía, le daba preferencias a un jugador conocido en ese entonces como Sánchez Galindo.
Yo platiqué con el presidente del Club, era don Pancho Mares, le dije que mejor quería dejar de jugar y pues me apoyó en mi decisión, por eso me retiré, era joven todavía, narró Miguel Vargas López.
Las ganas por estar en la cancha seguían en la sangre de sus venas de este personaje, más por que era demasiado joven, así que en la década de 1970 estuvo en La Piedad el profesor Arturo Yamasaki, venía a dar seminarios sobre arbitraje, y ahí fue donde comenzó sus primeras prácticas como nazareno.
Fue una etapa bonita para Vargas López, más porque ya había probado lo que era estar en la cancha dirigiendo un partido como juez central, y le gustó mucho ese desempeño, por eso comenzó a tomar los seminarios correspondientes en otras ciudades como Querétaro, León e Irapuato.
No llegué al profesional, pero sí me tocó en alguna etapa sacar partidos en el antiguo Estadio Juan N. López de la Segunda División, era cuando por algún problema no llegaban los árbitros designados a la cita, ahí, le pedían servicio al colegio y pues varias veces nos tocó, -reveló en tono alegre Miguel Vargas-.
Lo que sorprendió a Vargas fue ver cómo su carácter se transformó, pues afirma que como jugador era demasiado latoso con los árbitros, eso sí, les reclamaba bastante en los partidos y cada vez estaba en la congeladora.
Y como árbitro, fue cambiando fui viendo diferente el futbol y he aprendido mucho, sobre todo a ver qué somos seres humanos y cometemos errores. Más en esta profesión, a veces tenemos que decidir jugadas en fracción de segundos, agregó.
Las reglas de juego son claras para un silbante, y las principales que ha llevado por delante Vargas López, son las de ser responsable con su trabajo, honrado, esta última a la hora de impartir justicia y quien no reúne esos dos detalles, difícilmente podrá ser árbitro.
Son muchos los torneos que ha pitado Miguel Vargas, y asegura que,?pues mira, aunque en el corazón tenga esas ganas de seguir en las canchas, la verdad es que las piernas ya no dicen lo mismo, hay que estar muy atentos en ese aspecto y mejor dejar semilla en el arbitraje, que afortunadamente se ha ido dando.
Hoy el Colegio de Árbitros de la Liga Piedadense que está a cargo de Pepe Gamiño y Miguel Vargas, cuenta con 58 elementos, de todas las edades, el más chico es de 16 años y el más grande de 71 que es precisamente nuestro personaje.
A mí me da mucho gusto ver que hay chavos que le quieren entrar a esto, no todos soportan una mentada, sí, de madre en la cancha, hasta para eso hay que prepararlos, pero estamos seguros que los que inician van a seguir porque traen la sangre de silbantes.
“La idea de que el árbitro es malo, sólo queda en las personas que nunca han tenido amor por el futbol, y en realidad es un trabajo como cualquier otro”.

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